Por Jorge Santibáñez
El pasado 4 de abril, un transportista de la ciudad de León en el estado de Guanajuato, denunció la desaparición de 21 de sus clientes y dos choferes en la zona de Matehuala en San Luis Potosí. Este transportista afirma que tanto el contratante de sus servicios como los 21 pasajeros son residentes de San Felipe en Guanajuato y se dirigían a Saltillo, Coahuila.
Su denuncia detonó una serie de operativos y aparecieron no solo los pasajeros del transportista y sus operadores, uno de ellos muerto a causa de golpes recibidos por quienes los detuvieron, sino decenas de migrantes de diversas nacionalidades que usan esa ruta para llegar a Estados Unidos y que nadie estaba buscando. En el suceso hay situaciones en las que es obligado detenerse.
El gobierno tanto estatal como federal, empezando por el propio presidente, insisten en decir que se trata solo de migrantes extranjeros e ignoran lo que el transportista que presentó la denuncia menciona. Según su dicho que sostiene hasta el día de hoy, se trata de residentes de Guanajuato, mexicanos. No es que los actores gubernamentales estén confundidos, la intención es presentarlos como migrantes extranjeros porque en el discurso oficial eso resta importancia y valor a sus vidas. Como si fuera menos grave que desaparecieran.
Es común que AMLO recurra a expresiones que sabe incorrectas para proyectar un proceso migratorio a todas luces falso. Recién se supo la tragedia de Ciudad Juárez se apresuró a decir que los migrantes fallecidos estaban en un “albergue” cuando en realidad estaban en un centro de detención y encerrados bajo llave. Ante la evidencia mostrada en video, cuya difusión lo tomó por sorpresa, hace apenas unos días dijo que se detenía a los migrantes para protegerlos y que no los secuestren las organizaciones criminales. De hecho, ya amenazó que lo seguirá haciendo. El secretario de gobernación lamentó que el video se hiciera público, pero no lo que ahí pasaba.
Para el gobierno de AMLO, los migrantes mexicanos existen a partir del momento en que mandan remesas. En el discurso oficial todos los migrantes en flujo hacia Estados Unidos son extranjeros. Nada más falso. Ahí están los datos de las detenciones de la patrulla fronteriza estadounidense que demuestran que el 40% es de mexicanos y constituyen el grupo más numeroso.
Más allá de la confusión, que no hay tal, se trata de decir que a los migrantes se les puede tratar como sea y hasta detenerlos, porque ni mexicanos son y si mueren asfixiados en un centro de detención del gobierno federal, es su culpa por protestar y prender fuego a unas colchas ymarginalmente de quien tenía la llave del candado, pero bueno, son migrantes, no es tan grave y alguien debería avisarles que todo eso es para protegerlos, que es por su bien.
Por otro lado, si como se ha querido presentar, el transportista estuviera coludido o fuera traficante de personas y no hubiera denunciado la desaparición, para AMLO y su gobierno no habría pasado nada y ni quien se hubiera enterado de los otros cientos de migrantes que aparecieron al buscar a los que iban en el transporte contratado.
Si no hubiera habido un incendio en el centro de detención de Ciudad Juárez, que no albergue, nadie sabría hoy las condiciones en las que son ilegalmente detenidos los migrantes.
Hay un mundo real en el proceso migratorio, lleno de riesgos y abusos, dominado por el crimen organizado, con la complicidad de las autoridades de todos los niveles, que nada tiene que ver con el discurso oficial de las conferencias matutinas y las expresiones de AMLO. ¿Dónde están o qué hacen los 28.000 agentes de la guardia nacional?
El presidente se enoja cuando le dicen desde Estados Unidos que hay territorios extensos en México que en la práctica son gobernados por el crimen organizado. Lo que pasó en San Luis Potosí es la prueba más evidente de que por lo menos ahí, ese es el caso. Más allá de dos o tres personas que cuidaban a los migrantes, no hay un solo detenido.
Hasta el viernes 14 de abril, diez después de su denuncia, ninguna autoridad ha buscado al transportista.
En su mundo, en el proceso migratorio de tránsito solo hay dos tipos de actores, migrantes (todos extranjeros) y traficantes de personas y los migrantes están seguros y protegidos en los centros de detención que él llama albergues. Ese simplismo ignorante no considera las complicidades locales que lo sucedido en San Luis Potosí hizo evidentes, mete en el mismo saco a prestadores de servicios legales e ilegales que son buscados por los migrantes como hoteles, restaurantes, transportistas, Aeroméxico, Volaris, guías, organizaciones criminales y efectivamente, también a quienes ponen retenes en carreteras supuestamente vigiladas por la guardia nacional, secuestran migrantes, exigen rescate y operan a sus anchas.
El proceso migratorio no es tan primitivo como lo ve o lo quiere ver AMLO y no se divide entre buenos y malos. En este tema está equivocado desde el día uno de su mandato. Ya va siendo tiempo de dejar el discurso simplista y abordar la realidad.