En el marco de su inasistencia a la Cumbre de las Américas, AMLO anunció que visitaría a Joe Biden durante el mes de Julio. La declaración tiene el claro objetivo de hacer ver que, aunque se tuvieron diferencias y desplantes en torno a la cumbre convocada por Biden, no estamos peleados. Para todos los efectos prácticos, ya estamos en julio y hasta el momento de escribir esta nota, el gobierno estadounidense no ha dado fecha para esa visita.
AMLO se equivoca. La cumbre era quizá la última oportunidad que su administración tenía para dejar claro de una vez por todas, de qué lado está su gobierno. Su no asistencia, las razones que la detonaron y las expresiones públicas innecesariamente favorables y defensoras de dictaduras enemigas de Estados Unidos, no solo echaron a perder la cumbre, sino que, sumadas a otros temas, dejan claro que AMLO no está del mismo lado que Biden. De pasada, dañaron el liderazgo de Biden en Estados Unidos y en la región. Eso no se va a olvidar con un saludo en Washington.
La visita seguramente ocurrirá, no sé si en Julio, pero ocurrirá. También seguramente se dirá que la relación entre los dos gobiernos es excelente. Sin embargo, es cada vez más claro que para el gobierno de Biden, AMLO no es el socio que ellos esperan y es percibido como una especie de mal necesario. Muchas voces importantes en Estados Unidos son cada vez más críticas de AMLO y su gobierno. Nos guste o no, eso tensa la relación y la reduce a una necesaria sobrevivencia que en la práctica es perder oportunidades.
A partir del anuncio de la visita, misma que Estados Unidos no ha negado, pero tampoco ha confirmado de manera contundente y al nivel que debiera hacerse, AMLO ha hecho varias afirmaciones de los temas que abordará en la reunión y que según su dicho será de todo un día.
Por supuesto, mencionó que se quejará otra vez de que los gobiernos de Cuba, Nicaragua o Venezuela no hayan sido invitados a la cumbre y hará un llamado para una reorganización regional que no domine Estados Unidos. ¡Suerte!
Ésta no es la última ocurrencia acerca de las prioridades de su visita. Días después dijo que pedirá a Joe Biden que se revise el “asunto” de Julian Assange quien enfrenta cargos de espionaje y haber publicado información confidencial y que AMLO considera injustamente tratado. Hace apenas unos días declaró que propondrá a Biden un plan binacional para luchar contra la inflación. Seguramente la lista no acaba con lo que hemos mencionado y habrá más “temas”. No dude usted que aborde lo innecesario que es el horario de verano que ahora es una de sus mayores preocupaciones.
AMLO es una maquina distractora y cuando pone un tema en el ambiente, de manera inmediata divide y polariza a la sociedad mexicana, logrando que ambas partes, los que están a favor y los que están en contra, discutan lo que él dice y se olviden de los verdaderos problemas que tiene México.
Seguramente su entorno familiar y sus colaboradores le alaban y admiran esos desplantes, pero ¿es eso lo que le conviene a México y a los mexicanos? Su canciller, que es quien debería asesorarlo en la agenda de tan importante reunión, está dedicado única y exclusivamente a su promoción personal para ser candidato presidencial y eso pasa por no contrariar a su jefe ni con la mirada.
Trasladar esa estrategia a la relación con Estados Unidos no solo es riesgoso e inútil, sino que desaprovecha una vez más las ventajas que México puede derivar de su relación con el poderoso vecino.
¿Hablar de Julian Assange? ¿Es en serio? ¿Ese tema es prioritario para la relación México-Estados Unidos? ¿No sería mejor hablar y generar mecanismos para incidir en otros temas que AMLO ni siquiera ha mencionado? Por ejemplo: condiciones de vida y desarrollo de mexicanos en Estados Unidos, jóvenes DACA, frontera común, migración, colaboración en el combate al narcotráfico y a organizaciones criminales, comercio y turismo entre los dos países, inversiones estadounidenses en México (y la consecuente generación de empleos) y hasta de un modelo regional de gestión ambiental y de recursos naturales.
Está bien, AMLO solo habla a sus seguidores, a quienes lo odian y a quienes lo aman incondicionalmente, pero hablar de Julian Assange, con quien no tengo nada en contra, en vez de otros temas urgentes y vitales para México y la relación entre los dos países, me parece un exceso.