SEIMUJER
2019-07-04ATENCIÓN CONTRA LA MUJER EN MICHOACí€N
· Tras 11 años de vivir violencia doméstica, Irma decidió cambiar su presente y su futuro.
"Con 24 años, dos hijos menores de edad, apenas logrado cursar la primaria y originaria de una comunidad indígena, Irma pensó que vivir gritos, golpes y humillaciones de su esposo, era la única forma de vida a la que podía aspirar".
"A los 13 años de edad, fue llevada por su esposo, -una tradición que aún prevalece en algunas comunidades indígenas del Estado-, “yo estaba estudiando el primer año de secundaria, cuando este hombre que apenas conocía y tenía 18 años, decidió que yo debía ser su esposa, por lo que decidió robarme como se usa en mi comunidad. Durante los primeros días, recuerda, intentó escaparse para buscar a su familia pero no fue bien recibida por su papá, quién le decía que debía aguantarse y acostumbrarse a vivir con él. Primero fueron gritos, que fueron escalando a empujones, después abusos y así vivió por 11 años. Quedó embarazada y en esa periodo recuerda, estuvieron viviendo ligeramente tranquilos, pensó que las cosas habrían de cambiar; no fue así, tras el nacimiento del pequeño y con apenas unos días de recuperación comenzaron nuevamente sus problemas, pero ahora también era víctima de la familia de su esposo, ella apenas tenía 15 años".
“Yo me agachaba cuando me decían cosas; me humillaban, que no sabía cuidar a mi hijo, que no servía para eso, un día su hermana me empujo y mi esposo en lugar de defenderme me humilló y le dio la razón a ella”.
Tras 11 años de estar sufriendo violencia doméstica, de no recibir apoyo de su familia, y además, con el temor de ser señalada ella o sus hijos por haber desafiado las tradiciones de su pueblo, que la etiquetaran por haber dejado a su esposo, Irma llegó a la Secretaría de Igualdad Sustantiva y Desarrollo de las Mujeres (Seimujer).
“Yo busqué ayuda pero no sabía en donde, el primer lugar al que llegué fue a la clínica de salud, de donde me mandaron a las instancias de la Mujer y ahí comencé mi terapia, le avise a mi papá y él insistía que me estaba volviendo loca, pero no le hice caso y seguí”.
Pero las cosas no mejoraban en su casa, su esposo seguía humillándola y golpeandola, lo que le provocó una severa enfermedad gastrointestinal, que la dejó internada en un hospital por varios días.
Ante el temor de regresar a su casa, fue canalizada para ser resguardada ella y su hija e hijo a un refugio, cuenta Irma.
“Yo le quiero agradecer a la enfermera que me atendió aquí, a las chicas de psicología que nunca me dejaron caer y atendieron también a mi niña y mi niño, todos han sido mi apoyo”.
Como ella, son miles las mujeres que han recibido atención psicológica y jurídica en la Seimujer, donde se ha formado una red de apoyo con las Instancias Municipales de la Mujer que han permitido salvar vidas.
Hoy, Irma, ha retomado la confianza en ella misma, estuvo viviendo tres meses en el Refugio para Mujeres Víctimas de Violencia, que esta a cargo de la Seimujer, donde recibió atención psicológica, medica y educativa para ella y su hijo e hija.
“Yo sé que las cosas desde hoy van a cambiar para mí, por ahora mi mayor esperanza es ayudar a mis hijos, y como dice mi abuela yo soy ahorita sus brazos pero después ellos serán los míos y juntos nos vamos ayudar”.
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