Ciudad de México.- Crear conciencia en la población sobre la necesidad de cuidar el planeta es el objetivo del Día Mundial de la Protección de la Naturaleza, que se celebra desde 1972, a raíz de un memorable discurso que el expresidente de Argentina Juan Domingo Perón pronunciara en Madrid, España, para pedir a la humanidad entera emprender una acción mancomunada para revertir la marcha suicida que inducen sus actos.
Lo expresó así: «Ha llegado la hora en que todos los pueblos y gobiernos del mundo cobren conciencia de la marcha suicida que la humanidad ha emprendido a través de la contaminación del medio ambiente y la biósfera, la dilapidación de los recursos naturales, el crecimiento sin freno de la población y la sobreestimación de la tecnología. Es necesario revertir de inmediato la dirección de esa marcha, a través de una acción mancomunada internacional”.
Receptivo y sensible a la arenga que en una carta le hizo llegar Perón al entonces secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, Kurt Waldheim, este llevó las inquietudes del líder sudamericano ante la Asamblea General del organismo, y logró que se adoptara el 18 de octubre como Día Mundial de Protección de la Naturaleza.
Medio siglo después, el llamado de Perón sigue vigente y las Naciones Unidas se empeñan en conseguir un mundo más sostenible, como lo promueve la Agenda 2030, para lograr que los países obtengan su desarrollo sin afectar la naturaleza, más bien aprovechando racionalmente los recursos renovables que esta posee.
La Agenda propone apuntalar este propósito y aporta sugerencias para el cumplimiento de objetivos relevantes como: utilizar fuentes energéticas renovables; reciclar y reutilizar el plástico y todo aquel material de desecho con el cual se puedan crear nuevos productos; darle mantenimiento regular al automóvil o cambiarlo por uno que use biocombustibles o energía eléctrica solar; construir urbanismos de techos verdes; generar composta orgánica en nuestros hogares para reducir la basura en las ciudades y usar bolsas de compras ecológicas. En resumen, reducir nuestra huella de carbono.
Mantener limpio y sano nuestro planeta requiere creatividad y disposición de todos y cada uno de los habitantes para realizar acciones como organizarse con amigos, familiares o compañeros de trabajo para limpiar un parque o repartir volantes con información sobre la conservación del medio ambiente; impartir o asistir a un taller de manualidades con materiales de desecho, abrir un canal de Youtube para enseñar a las personas a reciclar botellas de PET u otros materiales para elaborar objetos útiles para el escritorio, el jardín o el hogar, o también organizar una conferencia en la cual uno o varios expertos diserten sobre lo que podemos hacer para proteger a los ecosistemas y su biodiversidad.
Esto último resulta de capital importancia en un país megadiverso como México, donde contamos con 182 Áreas Naturales Protegidas (ANP) federales que abarcan 90,830,963 hectáreas, las cuales constituyen una herramienta de conservación que cumple varios objetivos y proporciona una multitud de beneficios tanto para los pobladores de zonas aledañas como para la región, el país y el planeta.
La Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad indica que las ANP se caracterizan porque mantienen la fauna y flora silvestres, los paisajes naturales, los procesos ecológicos (carbón, agua, suelo), además de servir de testigos del cambio, proporcionar oportunidades de recreación, representar posibilidades de educación y constituir sitios de investigación científica.
En el extenso artículo Proteger la naturaleza: la evolución de un concepto, el ecólogo Carlos Galindo Leal afirma que “El futuro de los espacios de conservación requiere de una visión regional de integración y complementariedad. Los paisajes deben integrar manejo sustentable, conservación y restauración como una red interconectada a lo largo y ancho de los países”.
Agrega que “la restauración puede implicar regresar a condiciones naturales previas, removiendo infraestructura no deseada. La implementación de una nueva visión debe incluir un cambio de conducta en nuestra relación con la naturaleza que tenga como cimiento el valorar y respetar a los paisajes naturales, con su compleja trama ecológica como el legado más importante a las futuras generaciones”.
A su vez, Miguel Ángel Pinkus Rendón, investigador del Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales de la UNAM, con sede en Mérida, Yucatán, refiere que en las áreas naturales protegidas “se da una conjunción entre la riqueza biológica y la diversidad cultural, un patrimonio biocultural, porque ahí también se alojan los saberes de los pobladores respecto del entorno, y por eso esos sitios son tan importantes”.
Propone utilizar estrategias que provengan de los pobladores, “porque ellos conocen las zonas más que cualquiera y han convivido con las especies toda su vida”, lo cual favorecería elaborar mejores planes de manejo en esas zonas. Además, sostiene, se requiere un diálogo que combine el conocimiento científico con los saberes locales para que ambos puntos de vista lleguen a los tomadores de decisiones.
En una videoconferencia realizada en mayo de 2021, Clementina Equihua Zamora, responsable de la Unidad de Divulgación y Difusión del Instituto de Ecología de la UNAM, expuso que el mundo enfrenta problemas ambientales como cambio del uso de suelo, sobreexplotación de recursos naturales, presencia de especies invasoras en los ecosistemas, contaminación de los mantos acuíferos y lagos con pesticidas o desechos industriales, y el cambio climático, que en México podría aumentar las sequías, golpes de calor y la expansión de enfermedades como zika o dengue, propias de climas calurosos Resaltó que la biodiversidad es el cimiento de la salud, al ser importante para la diversidad agrícola, la nutrición, la calidad del aire y del agua y la prevención de enfermedades infecciosas. Por ello, dijo, “el desarrollo sostenible es clave para nuestro futuro, si no sabemos qué hay en los ecosistemas, ni cómo funcionan, no podremos entender qué recursos nos proporcionan, ni las consecuencias de que se perjudiquen”.
En la era de las nuevas tecnologías es un deber informarnos acerca de estos temas para participar activamente en la protección de la naturaleza, así como propiciar el encuentro con personas o instituciones que se interesan en aportarnos sus conocimientos y apoyar proyectos individuales, sociales e incluso de mayor alcance para lograr la resiliencia planetaria.
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