CIUDAD VICTORIA, (AP) — Cuando agentes estatales en el norte de México presuntamente asesinaron a tiros a 19 personas —incluyendo al menos a 14 migrantes guatemaltecos— a finales de enero, fue una tragedia que, según los críticos, las autoridades ya habían sido advertidas que podía suceder.
En 2019, fiscales acusaron a la misma corporación policial del estado de Tamaulipas, que entonces tenía otro nombre, de haber sacado por la fuerza a ocho personas de sus casas en la ciudad fronteriza de Nuevo Laredo, haberlas obligado a ponerse uniformes tipo militar, subirlas a vehículos para que parecieran delincuentes y matarlas a tiros.
Ahora se ha ordenado la detención de una docena de agentes del Grupo de Operaciones Especiales (GOPES) —de 150 elementos— para enjuiciarlos por los homicidios de al menos 14 migrantes y dos mexicanos perpetrados en un camino rural en la localidad de Camargo, cercana a la frontera con Texas. Los cadáveres fueron quemados y quedaron tan calcinados que ello ha impedido la identificación de otras tres de las víctimas.
Las autoridades ya habían recibido abundantes advertencias sobre problemas con esa unidad policial, creada el año pasado con remanentes de un grupo de fuerzas especiales acusado de la masacre de 2019 y otras atrocidades. Incluso un legislador federal impulsó en enero una resolución no vinculante en el Congreso de México para protestar por las golpizas y robos perpetrados por esa corporación.
En noviembre, una asociación empresarial de Tamaulipas acusó a los agentes del GOPES de irrumpir en la casa de una de sus miembros y robar dinero en efectivo, electrodomésticos y otras pertenencias. El grupo dijo que la víctima incluso tomó fotografías mediante las cámaras de seguridad de su casa en las que se veía a agentes uniformados con armas en la espalda robando su casa.
La denuncia fue ignorada y nunca se adoptaron medidas para controlar a la corporación.
Si en ese momento lo hubieran hecho, "si hubieran volteado a ver, a lo mejor no estaríamos lamentando la muerte de 19 personas”, dijo Marco Antonio Mariño, vicepresidente de Seguridad de la Federación de Cámaras de Comercio en Tamaulipas.
Desde hace más de una década, grupos rivales del narcotráfico muy bien equipados libran la guerra por el control de territorios más prolongada y sangrienta en la historia de México. Bandas de hombres armados con nombres como “La Tropa del infierno” circulan con regularidad en camionetas con blindaje artesanal.