Para López Obrador también fue una oportunidad desperdiciada para confrontar a un hombre al que ha criticado, desde lejos, por años. Siendo candidato, López Obrador le dirigió fuertes
palabras a Trump por sus políticas antiinmigrantes. En 2017, recorrió Estados Unidos y se dirigió elocuentemente a las comunidades de inmigrantes a las que
prometió defender una vez estuviera en la presidencia. Recopiló esos discursos en un libro apasionado llamado
Oye, Trump. En él, López Obrador calificó al muro fronterizo de Trump como “un monumento a la crueldad y la hipocresía” y comparó la retórica antimexicana del gobierno con la Alemania nazi. “No podemos consentir una política de Estado que menoscabe la dignidad de los intereses legítimos de los mexicanos y la nación”, escribió López Obrador.
No mostró nada de esa bravuconería en la Casa Blanca. Ante una oportunidad para denunciar personalmente las políticas de Trump, prefirió dar
elogios. “En vez de agravios hacia mi persona y (…) hacia mi país, hemos recibido de usted comprensión y respeto”, afirmó López Obrador. En un sorprendente giro en los acontecimientos, procedió a darle las gracias a Trump por “ser cada vez más respetuoso” con los mexicanos en Estados Unidos. Trump, dijo López Obrador durante la declaración conjunta del miércoles en el Rose Garden, ha sido “amable y respetuoso” con México.