En esta ocasión, toca el turno de quien fue manager del grupo tras su eclosión gracias al mítico Nevermind hasta el final de los días del propio Cobain (de hecho, Goldberg leyó un panegírico en su funeral). Un relato tan cauteloso como interesante, tan discreto como acertado, lo que viene siendo la práctica de un buen mánager hecho palabras. Goldberg no deja ningún tema sin tocar, es cierto que prevalece su análisis sobre la figura de Kurt Cobain y todo lo que le rodeaba (traumas, arte, ambición, drogas, matrimonio, dolor, esperanza), desarrollando una tesis que mezcla todos aquellos ingredientes que se han expuesto en anteriores ocasiones, pero sin hacer hincapié sobre alguno de ellos. La sobrexposición mediática, unida a una fragilidad emocional derivada de múltiples causas, llevaron a uno de los últimos genios musicales al abismo de la leyenda imperecedera.

Todo eso, jalonado con anécdotas, que en ocasiones rayan lo que hoy se denomina “salseo”, y percepciones basadas en hechos de primera mano y corroboradas por protagonistas bastante cercanos (la propia Courtney Love apoya gran parte de los hechos escritos) hacen de esta lectura un buen complemento dentro del legado documental de la banda que cambió todo a inicios de los noventa.